El metaverso y la IA: Desafíos y oportunidades en la nueva economía digital

18/07/2024

El metaverso sigue existiendo entre nosotros, aunque sea la IA la que acapara la atención. El concepto está evolucionando, pero seguimos hablando de mundos digitales en los que es posible interactuar y realizar multitud de acciones. También se ven como espacios en los que las organizaciones y marcas pueden desarrollar sus proyectos y negocios.

El metaverso engloba diversas tecnologías, como Blockchain, las criptomonedas o la IA generativa, que están íntimamente relacionadas entre sí. Aunque no existe un único tipo o clasificación, los metaversos se pueden clasificar en centralizados o descentralizados. En los centralizados hay una entidad o plataforma que los regula y que tiene información de los usuarios, como por ejemplo Meta®, mientras que los metaversos descentralizados se caracterizan por la cesión del control a los usuarios, que son quienes deciden el futuro de las plataformas digitales.

En los entornos centralizados y cerrados, como Meta®, SecondLife®, Fortnite® o Axie Infinity®, las interacciones se producen dentro de un marco cerrado y delimitado donde la relación básica es entre el usuario y el creador del mundo virtual.

En cambio, en entornos descentralizados y abiertos (como The Sandbox® o Decentraland®), la interacción individual y las experiencias únicas adquieren una importancia significativa, a pesar de que existe un momento inicial (el registro de acceso) que establece la conexión entre la persona física/jurídica real y su avatar (identidad digital). Éste también podría definirse como un espacio virtual colectivo, creado por la convergencia de la realidad virtualmente mejorada digital y física, es decir, independiente del dispositivo utilizado y no perteneciente a un único proveedor.

Se trata de una economía virtual independiente, basada en monedas digitales y tokens no fungibles (NFT), donde tecnologías como Blockchain son protagonistas y, además, cuentan con un alto nivel de seguridad en la trazabilidad de las operaciones realizadas, así como en la transparencia e integridad de los datos tratados, hecho que, con toda probabilidad, será utilizado por las Administraciones Tributarias de los distintos países para el control y lucha contra el fraude fiscal.

A nivel fiscal surgen múltiples interrogantes, pero cabe destacar que gran parte de la regulación del mundo “real” será aplicable, si bien estará adaptada a estas plataformas digitales.
Por ejemplo, será necesario definir cómo se gravará la compraventa de inmuebles virtuales, la impartición de cursos virtuales, la venta de contenidos digitales y las implicaciones de los impuestos directos (IRPF/Sociedades) o indirectos (Transmisiones Patrimoniales/IVA), así como el lugar de prestación de los servicios virtuales. Todo ello implicará la necesidad de adaptar los sistemas tributarios a los nuevos modelos de negocio que implica el metaverso y que cualquier tributación deberá estar relacionada con la calificación jurídica de las operaciones que se realicen en el mundo virtual.

En cuanto a la información a facilitar a la Administración Tributaria, los principales protagonistas de los metaversos centralizados (o cerrados) serán las entidades o plataformas que los soporten, mientras que en los metaversos descentralizados (o abiertos) la responsabilidad deberá recaer en los usuarios, que son los que realizarán las operaciones que puedan desencadenar un hecho imponible.

Finalmente, es importante señalar que la cooperación y el multilateralismo entre Estados, así como la colaboración entre el ámbito público y privado, es la única vía para regular adecuadamente esta nueva economía digital, así como para luchar contra el fraude fiscal y el blanqueo de capitales, incluso en los mundos virtuales. Por ello, los Estados que ya están trabajando en ello deben crear los marcos jurídicos adecuados, basados ​​en acuerdos multilaterales que regulen y fomenten estos nuevos modelos de negocio digitales, incluido el metaverso, y que garanticen la seguridad y privacidad de los usuarios en todos los aspectos, incluido naturalmente el fiscal.

De lo que estamos convencidos es de que la nueva economía digital ya nos plantea grandes retos y oportunidades y, como siempre, la realidad virtual tiende a ir por delante de los estándares regulatorios.

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