Este parece haber sido un año particularmente arduo, y así lo demuestra la investigación desarrollada por la ONG Grow, que señala que el burnout alcanza al 91% de las personas trabajadoras en Argentina, el porcentaje más alto de la región.

“Es un agotamiento emocional, físico, mental, que aparece cuando vivimos bajo un estrés crónico, sobre todo en el trabajo. Se siente como si nada alcanzara, como si hubieras perdido la energía, el sentido de lo que hacés. Cuando vemos que nueve de cada 10 argentinos lo padecen, entonces no es algo individual, es un problema social”, define Georgina Sticco, directora y cofundadora de la consultora en temas de género y trabajo Grow.

Y agrega: “El contexto de incertidumbre en el que vivimos, de crisis económica, social y ambiental no nos da respiro. Vivimos esta situación de estrés en el trabajo, y cuando salimos a este entorno no ayuda a desconectarnos, y profundiza esta sensación de que tenemos que estar siempre al límite”.

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Dónde quedó la motivación

“Los equipos llegan con la batería emocional en rojo, pero con más conciencia que nunca. En 2025, esa fatiga se potencia con una doble carga: la operación diaria y la presión por adaptarse a un entorno volátil, veloz”, indica Luciana Yael Colombo, líder en Consultoría en Personas en Auren Argentina.

Según datos de Gallup, solo el 23 % de los trabajadores en el mundo se siente realmente comprometido con su trabajo. “Esa brecha entre hacer y sentir explica buena parte del cansancio actual. Las personas ya no quieren solo resistir: quieren y necesitan redefinir el sentido de lo que hacen. 2025 nos deja un aprendizaje: no es solo cómo trabajamos, sino para qué”, pregunta Colombo.

En esto coincide Alejandro Contreras, director de Argennova, representante de la Fundación John Maxwell en Argentina, aunque señala que el por qué es distinto: está en la falta de propósito. “Cuando el para qué se diluye, el estrés se multiplica. En 2025 el desafío ya no es solo la productividad sino la salud interior de los equipos. Hay una fatiga de propósito. Y eso no se soluciona con más días libres o beneficios superficiales, sino con liderazgo humano, conversaciones reales y una cultura que vuelva a conectar el hacer con el ser”, pide este ejecutivo.

“Es un agotamiento emocional, físico, mental, que aparece cuando vivimos bajo un estrés crónico, sobre todo en el trabajo. Se siente como si nada alcanzara, como si hubieras perdido la energía, el sentido de lo que hacés. Cuando vemos que nueve de cada 10 argentinos lo padecen, entonces no es algo individual, es un problema social”, define Georgina Sticco, directora y cofundadora de la consultora en temas de género y trabajo Grow.

Y agrega: “El contexto de incertidumbre en el que vivimos, de crisis económica, social y ambiental no nos da respiro. Vivimos esta situación de estrés en el trabajo, y cuando salimos a este entorno no ayuda a desconectarnos, y profundiza esta sensación de que tenemos que estar siempre al límite”.

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