El pasado 14 de agosto el diario «The
Guardian» anunció

que se había detectado una importante vulnerabilidad en la seguridad de los
datos que trataba una compañía llamada Suprema
. Hasta aquí, la información quizá solo cause
preocupación entre quienes nos dedicamos a la protección de datos. Sin embargo,
la situación denunciada era mucho más grave.

En realidad los datos vulnerables hacían
referencia a identificaciones biométricas de personas concretas
. Había
información sobre huellas dactilares y reconocimiento facial, entre otras
cosas. En otras palabras: no hablamos solo de que hubieran quedado expuestas
contraseñas que uno puede cambiar al día siguiente; se trataba de datos que los
interesados no pueden modificar (como la estructura de sus huellas)
. El
volumen de información afectada también era espectacular: datos de más de un
millón de personas, casi 28 millones de registros.

No solo eso. La información tratada era -entre
otros- para uso de altas instancias como la Policía Metropolitana del
Reino Unido, o para el control de accesos a zonas restringidas. Así pues, hay una clara moraleja que puede sacarse de esta
historia: cualquiera puede sufrir una brecha de seguridad. Incluso usted.

Piénselo un momento. Si le puede ocurrir a una
gran empresa, una que además está especializada en el tratamiento digital de
los datos más sensibles, ¿cómo no va a pasar con pequeñas o medianas empresas?.

No se trata de palabras huecas. En la última
semana yo mismo he tenido que gestionar nada menos que tres brechas de
seguridad -alguna bastante grave- en organizaciones de distintos tamaños. Este
problema ocurre con más frecuencia de lo que pueda pensar
, entre otros
motivos, porque la mayoría de la gente no tiene un conocimiento claro de lo
que es una brecha de seguridad de datos personales
. En otras entradas
de este blog
ya explicamos lo
amplio que es este concepto. Y lo que es más importante, los pasos que
obligatoriamente debemos seguir al identificar una brecha de seguridad. Pasos
para los que tenemos un plazo de tiempo muy corto, apenas 72 horas.

Teniendo en cuenta que no gestionar bien una
brecha de seguridad puede ser sancionable
, y que -como hemos visto- las brechas de seguridad ocurren con
demasiada frecuencia, no es descabellado prepararse.

Para ello, y como hemos dicho en otras ocasiones, el RGPD puede ser
más un aliado que una carga burocrática
. Si seguimos sus consejos, las probabilidades
de que nos veamos afectados por una brecha de seguridad disminuyen
considerablemente
.

Tener un enfoque preventivo en lo que se
refiere a la protección de datos siempre es buena idea (y de hecho es una
obligación prevista en el RGPD, más allá de nuestra mera voluntad). Con una
buena adaptación a la normativa vigente podemos colocar una gran cantidad de filtros
o barreras que impiden las violaciones de seguridad más graves. Además de eso, es importante tener una cultura
empresarial de cumplimiento
. No se trata solo de hacer las cosas para
rellenar un expediente, sino que hay que interiorizar la protección de datos.
Hay que ser consciente de que realmente es necesaria y nos aporta valor, aunque
solo sea porque reduce los posibles daños reputacionales como el que acaba de
sufrir la empresa Suprema.

Dentro de esta dinámica, por supuesto, contar
con un Delegado de Protección de Datos
puede ayudarnos a tener a una
persona cuyo cometido específico es eliminar estos riesgos. Por ello debemos
considerar una buena práctica designar a uno
aunque no sea obligatorio
.
Lo mejor que puede hacer es asumir que su
organización también está en peligro. Y adaptarse para evitarlo
.

Si necesita ayuda para ello, Contacto con nosotros.

Fabián Plaza Miranda, Auren Abogados y asesores Fiscales