En entradas
anteriores de este blog ya hablamos de la sostenibilidad en la industria agroalimentaria.
Destacamos la importancia del equilibrio entre crecimiento económico, cuidado
del medio ambiente y bienestar social, así como de la apuesta que existe hoy en
día por esta tendencia tanto de la mano de los consumidores, que poco a poco
van incluyendo el criterio de “empresa sostenible en sus
decisiones de compra, como de las instituciones, que ven en la sostenibilidad
una necesidad para el futuro de nuestra economía.

Hoy centramos
el tema en el concepto de economía
circular aplicado al sector agrario y agroalimentario
.

Frente al
sistema de economía lineal tradicional
que se basa en la extracción de recursos, fabricación y utilización de
productos y eliminación de residuos, un sistema de economía circular persigue
minimizar el uso de recursos en el proceso productivo y la posterior
reutilización, recuperación y reciclaje de los materiales. En un sistema de
economía circular, el valor de los materiales se mantiene por el mayor tiempo
posible y se minimizan el desperdicio y el uso de recursos y los materiales que
se mantienen en la economía cuando los productos alcanzan el final de su vida
útil para volver a ser usados y volver a generar valor.

Desde el año
2015, la Unión Europea (UE) ha
impulsado la transición de Europa hacia un modelo de economía circular a través
de su plan de acción “cerrar el círculo:
un plan de acción de la UE para la economía circular”
. En su Plan, la UE
identifica las que considera las cuatro fases fundamentales del modelo
económico sostenible: producción, consumo, gestión de residuos y reutilización;
e identifica un total de 54 medidas para “cerrar el círculo” del ciclo de vida
de los productos.

El mismo Plan
identifica el sector agroalimentario como uno de los sectores clave en materia
de reutilización de recursos y el impulso del mercado de las materias primas
secundarias
.

En una
economía circular, cuando un producto llega al final de su vida útil, pueden
reciclarse sus materiales para volver a incorporarlos al proceso productivo
como nuevas materias primas, disminuyendo así el consumo de recursos y aumentando
la seguridad del suministro. En el sector agrario, los nutrientes reciclados son una categoría de materias primas
secundarias, presentes en los residuos orgánicos y que pueden ser devueltas al
suelo como fertilizantes. Su uso sostenible en la agricultura reduce la
necesidad de fertilizantes minerales, cuya producción tiene efectos negativos
en el medio ambiente y depende de la importación de recursos naturales limitados.

El mismo
principio de reutilización de recursos puede aplicarse al uso del agua. La escasez de recursos hídricos se ha acentuado en
los últimos años causando efectos perjudiciales sobre nuestro medio ambiente y
nuestra economía. La reutilización del agua se presenta como una alternativa
valiosa para aumentar el suministro de agua y reducir el consumo de un bien
cada vez más escaso. Además, también se presenta como una modalidad de
reciclado de nutrientes en la agricultura, reduciendo la necesidad de
fertilizantes minerales.

Las oportunidades que presenta una transición
hacia un modelo de economía circular
son considerables tanto desde el punto
de vista económico, como del social-medioambiental. Desde el punto de vista
económico pueden señalarse la reducción de costes vía optimización del uso de
recursos y procesos productivos, la reducción de la dependencia de mercados de
materias primas o la creación de nuevos puestos de trabajo, entre otros. Desde
el punto de vista social-medioambiental son claros los beneficios que este
sistema presenta. También son palpables los esfuerzos que las instituciones europeas han hecho en su
clara apuesta por esta transición. Se han realizado impulsos en materia de
reducción del consumo de determinados recursos considerados perjudiciales para
el medio ambiente, reciclaje de residuos orgánicos, exigencias en el
tratamiento de residuos, empoderamiento de consumidores o etiquetado de
productos, entre otros campos.

El referido proyecto
cerrar
el círculo”
es un proyecto ambicioso al que aún le queda un largo
recorrido. Para una transición exitosa será clave el impulso desde las
instituciones europeas, pero también un mayor compromiso desde las
instituciones nacionales, un impulso y un compromiso que deberán ser constantes
durante los próximos años.

Si Europa consigue responder correctamente a las necesidades que le plantea el futuro de nuestra economía es algo que veremos a lo largo de las próximas décadas.

David Fauquié Borrajo, Director Legal y Compliance en Auren Abogados y Asesores Fiscales