3- EL DEBER DE SER RESPONSABLE

21/01/2011

The only business of business is business” nos dice M. Friedman, buscando recalcar que lo único importante para una empresa son sus beneficios, servir el interés de accionistas y ajustarse a las reglas de juego.

Esto podría ser acertado a comienzos del siglo XX, sin embargo, hoy, esta tendencia fue cambiando, tomando otras formas y por lo tanto, otra relevancia para las empresas.

La idea del mercado comportándose como una jungla urbana, donde las empresas fuertes prevalecen, donde sólo el marco normativo es factor a tomar en cuenta y el resto únicamente es maximizar beneficios, parece contrastar con una sociedad cambiante, que busca y reclama valores éticos y conciencia social.

La respuesta a la creciente preocupación de conciliar las ideas de Friedman y el reclamo de la sociedad fue generosamente concedida por Winston Churchill, quien sostiene que “el precio de la grandeza es la responsabilidad”.

En el mundo empresarial, se ha denominado esta máxima como Responsabilidad Social Empresarial; anhelando que el mundo empresarial se adhiera a esta práctica, protegiendo los valores de la sociedad.

Pero la interrogante que esta idea nos deja es: ¿cómo aplicar la responsabilidad a mi empresa y qué beneficios puede traerme esto? Si bien la pregunta tiene tantas respuestas como empresas, existen ciertas pautas que no deberían perderse de vista a la hora de responderla.

Inicialmente, es imprescindible que la idea de responsabilidad social sea inherente a la planificación estratégica de la entidad, es decir, no puede ser un simple accesorio.

Es decir las empresas no deben parecer responsables, deben SER responsables.

Este desafío debe estar orientado a satisfacer las necesidades de los grupos de interés relacionados con la empresa, abriendo el espectro de interesados y participantes en la misma. Este grupo más amplio es denominado usualmente “stakeholders” y la empresa deberá hacer todo en su poder para satisfacer los intereses de cada uno de los partícipes.

Detengámonos por un segundo a pensar quiénes son estos “nuevos accionistas”, quienes poseen interés en la empresa más allá de los dueños. Creo que a cada uno de nosotros, rápidamente, nos surgen dos participantes: empleados y consumidor final.

Abarquemos inicialmente el grupo de empleados; la preocupación ante temas tales como salud, estabilidad laboral y formación, redundan en una mayor satisfacción e identificación con la empresa, lo cual genera mayor compromiso y productividad, que finalmente,  termina brindando a la empresa, mayores beneficios.

Ahora pasemos al consumidor final, la percepción que nosotros, los consumidores, tenemos de las empresas puede hacer el diferencial entre éxito y fracaso, por lo cual, imagen y calidad, parecen ser factores claves a la hora de alcanzar los objetivos empresariales; es por esto que actos como atender las preocupaciones del público, protección del medio ambiente, donaciones y proyectos sociales, parecen ser un buen inicio para ser percibidos y aceptados como líder de mercado y finalmente, una vez más, obtener mayores beneficios.

En conclusión la concientización del rol social de las empresas, traerá en el largo plazo una imagen de calidad, productividad y transparencia que al final del día, nos permitirá decir que Churchill supo mejor que Friedman.