Una persona no es sólo un hombre o una mujer, de una u otra raza, con o sin una definición sexual específica. Esta forma de abordar la diversidad difiere de las posiciones centradas en la igualdad y no favorece la inclusión, ya que cosifica a las personas en función de algunas de sus características. La diversidad se define por un conjunto de identidades que se interrelacionan de múltiples formas en el seno de cada persona, conformando situaciones actuales siempre cambiantes, fuertemente influidas por el entorno social, familiar o profesional, entre otras circunstancias.
Tras los avances que se han producido respecto a otras diversidades (que aún estamos realizando) en las que, en general, siempre ha existido una perspectiva disociada, nos encontramos en una etapa clave en la que seguir avanzando respecto a un enfoque diferenciador dentro de organizaciones en relación con las personas LGTBI+. Más allá de decisiones políticas significativas, como la reciente orden ejecutiva aprobada por Joe Biden para luchar contra los proyectos de ley anti-LGBTQ, y para fomentar medidas de afirmación y entornos inclusivos, hay cuatro parámetros que deben marcar el camino a seguir en las organizaciones para Personas LGTBI+ (como se describe en dos estudios recientes [1] ):
Extendiendo la famosa cita de Verna Myers, podemos terminar afirmando que se está invitando a la fiesta a la diversidad, se está invitando a bailar a la inclusión, se está bailando a la igualdad sin invitación, pero el sentido de pertenencia es sentirse libre de preguntar a quien se quiera. bailar contigo.
Mario Rodríguez Lancho, Socio de Auren Personas