Hace muy poco, mientras abrazábamos a nuestros familiares y amigos y les deseábamos un feliz año 2020, difícilmente podríamos haber imaginado que, antes de que termine el primer trimestre del nuevo año, estaríamos viviendo una situación como la actual.

Esta no es la
primera vez que el mundo se ve amenazado por una pandemia (hace poco más de 10
años, fue la gripe A la responsable de desaparecer todo el alcohol en gel de
las farmacias), y aún así hay que reconocer que la llegada del COVID-19 (o
Coronavirus) nos encontró con la guardia baja. Y las defensas también.

El temor al
contagio, muy bien fundamentado, motivó (o mejor dicho, forzó) a que todos
cambiemos nuestros hábitos y rutinas cotidianas. Todo lo que involucre estar
fuera de nuestras casas e interactuar personalmente con otras personas adquirió
de repente una tonalidad de peligro. De riesgo innecesario que podría mandarnos
al hospital. O peor.

Si esta disposición llegó a tiempo o no, es tema de otra conversación. Hay dos cosas más importantes a tener en cuenta ahora. La primera es que debemos cumplir con lo dispuesto y mantenernos en nuestras casas. La segunda es que, sin importar donde estemos, no podemos dejar de ser productivos.

El desafío es para todos, pero principalmente para quienes cumplen el papel de líderes. Este mundo en crisis, en el que todo cambió (y sigue cambiando) de un día para el otro, es el ejemplo máximo del contexto VUCA del que tanto hemos hablado y escuchado. Volatilidad en la masificación del virus y su impacto en la salud, economía y hasta en las costumbres y comportamientos a nivel mundial. Incertidumbre sobre la duración de esta pandemia y del mundo que nos quedará cuando esta termine. Complejidad para tratar de que, a pesar de todo, las cosas sigan su curso sin desviarse demasiado de lo planeado. Y la Ambigüedad que encontramos en ocasiones al tratar de entender la situación actual y trazar un curso de acción apropiado, por falta de antecedentes. Siendo así, el objetivo genérico de todo líder debe ser mantenerse como la referencia para sus equipos. Seguir aportándoles valor para que ellos también puedan hacerlo hacia adentro y hacia afuera. En este punto, resulta vital que un líder tenga la capacidad de asegurar que sus equipos sigan siendo productivos y mantengan su compromiso durante estos momentos difíciles. No hay una receta estándar para lograrlo, pero si existen algunos aspectos que no pueden pasarse por alto. Pongo a disposición del lector estos 7 consejos, basados en conceptos presentados por el consultor e investigador Marcus Buckingham y por la escritora Gretchen Rubin:

– La cultura de
equipo no siempre implica presencia física

De acuerdo a los
resultados de un estudio reciente realizado por ADP Research Institute, los
trabajadores más comprometidos no son los de mayor presentismo en la oficina.
De hecho, quienes demostraron más compromiso con su equipo trabajan de manera
remota un 80% del tiempo, en promedio. ¿Qué significa esto? Que la pertenencia
al equipo no se define por el lugar físico de trabajo, sino por la actitud
comprometida, la mentalidad decidida e incluso el cariño que se siente hacia
los objetivos y las personas que los comparten. Si construimos esta mentalidad
en nuestro equipo, la ubicación geográfica será lo de menos.

– Reafirmar la
confianza del equipo en lo que puede lograr

En momentos como
estos, el papel del líder no es el de actuar como terapeuta y conectarse con
los sentimientos de todos. El tiempo de una reunión remota debe aprovecharse
para tratar de elevar el nivel de confianza de tu equipo. Basta con saber (y
hacerles saber) lo que cada uno puede controlar en sus vidas y en su trabajo.
Desde el seguimiento de las precauciones necesarias para prevenir el contagio
del coronavirus hasta la cantidad de tareas de la que se pueden ocupar en un
proyecto determinado. Ayudar a las personas a comprender lo que pueden
controlar, hará que su confianza aumente.

– No dejes de
reunirte semanalmente con cada miembro de tu equipo

Hoy más que
nunca, el simple hecho de preguntar a cada colaborador sobre lo que está
haciendo y cómo podés colaborar es importante para crear esa conexión personal
que tanto se necesita en estos momentos de distanciamiento físico. No solo para
ayudarlo a mantener el enfoque en los objetivos del equipo, sino también para
brindarle una sensación de cercanía, a pesar de todo. Y aunque parezca
increíble, la frecuencia con que esto ocurra es mucho más importante que el
medio elegido para hacerlo. Si por teléfono o por video conferencia, el efecto
será el mismo que si lo hicieras en persona.

– La apariencia
importa…

Ahora que muchas
de las interacciones de un líder con su equipo se realizan mediante video
llamadas, la imagen que se proyecta por este medio gana especial relevancia.
Por eso, es importante tomar un tiempo para prepararse, para lucir profesional,
para tratar de evitar que lo que se ve y se escucha en el fondo (gente
caminando, desorden, golpeteos de mesa…) se conviertan en distracciones para el
resto del equipo. Al menos, dentro de lo posible.

– Sé paciente

Este momento en
particular es el menos apropiado para enojarse porque hay ruido de fondo en la
video llamada de uno de los participantes, o si los inconvenientes técnicos o
el desconocimiento de las herramientas reducen la fluidez de la charla.
¡Paciencia! No pierdas de vista que estamos viviendo una situación sin
precedentes, y que todos están haciendo lo mejor que pueden para sobrellevarla.

– Tu estado de
ánimo también es importante: busca a la gente que lo fortalece

Idealmente, en tu
equipo siempre habrá alguien que te haga sentir mejor, más animado.
Identificalo y ponete en contacto con esta persona (o personas) de manera
frecuente. ¿Por qué? Porque tu energía y salud emocional es tan importante como
la del resto del equipo.

– Usá esta
experiencia para clarificar tus valores

Como ocurre con
casi todas las situaciones que un líder debe afrontar, este contexto
extremadamente VUCA también tiene algo positivo para quienes integran el
equipo. Sin duda, esta es una oportunidad para afirmar nuestros valores
respecto al trabajo y a la familia. Si cada persona lo logra, ganará en
previsibilidad (en el buen sentido del término) y confianza dentro de su
equipo. No es en vano que, al estudiar las prácticas de los grandes líderes, es
fácil notar que ellos se basan fuertemente en sus experiencias (más que en la
teoría) para dejar en claro los valores con los que viven.

Por último, algo
que todo líder debe tener muy claro (y no solo durante las crisis): la
responsabilidad que asumimos en nuestros comportamientos se vuelve un ejemplo
para los demás. Si vivimos este momento difícil con consciencia de líderes,
saldremos de él fortalecidos como tales, con vínculos renovados con nuestros
equipos y con una consciencia más despierta ante nuestro entorno.

Ah, y no
olvidemos que la situación actual es solo una alteración momentánea de nuestra
rutina. Si nos lo proponemos, el final de la crisis (confiemos en que sea
pronto) nos encontrará como líderes fuertes a cargo de equipos comprometidos,
estimulados y confiables. Pero mientras llega ese momento, #QuedateEnTuCasa.

Lic. Diego Erazo – Consultor Senior Auren – Consultoría HR