Innovación en el sector alimentario

09/05/2019

Cada vez más empresas de todos los sectores, y en especial el sector de la industria alimentaria y de la distribución, han entendido que la innovación es fundamental para la supervivencia de su negocio. Y esto es así independientemente del tamaño y de la actividad. Efectivamente, la innovación deja de ser un valor patrimonio exclusivo de aquellas empresas que desarrollan algún tipo de actividad tecnológica o de I+D, para ampliarse de forma considerable incluyendo a empresas de menor tamaño y sectores tradicionales. El acento se pone en la empresa y el desarrollo de su capacidad para transformar conocimiento (no sólo tecnológico, sino también en organización, marketing, etc.) en resultados económicos y sociales.

Atendiendo a la definición de innovación expresada por la OCDE, la innovación es la introducción de un producto (bien o servicio) o proceso nuevo, o significativamente mejorado, de un nuevo método de comercialización o de un nuevo método organizativo aplicado a las prácticas internas de la empresa, a la organización del lugar de trabajo o a las relaciones externas.

Hoy en día la empresa que no reconoce esta realidad está abocada al fracaso ya que las reglas del juego han cambiado:

En la situación actual, en prácticamente todos los sectores, el ciclo de vida de las tecnologías, productos/servicios y procesos, es cada vez más corto por lo que ninguna organización es inmune al cambio. A este efecto se añade el de la globalización de los mercados: la cercanía provocada por las Tecnologías de la Información y la mejora de los medios de transporte, obliga a las empresas de los países desarrollados a no competir únicamente en base a la disminución de costes (eficiencia operativa) sino en novedad, en calidad de producto y en valor añadido extra ofrecido al cliente (diferenciación) al no tener una mano de obra tan barata como la de los países menos desarrollados.

En el futuro sólo sobrevivirán aquellas empresas que innoven de forma sistemática

En este proceso, los cambios se producen de forma rápida y brusca, generando un clima de incertidumbre en el que muchas empresas no saben desenvolverse. A largo plazo, se mantendrán sólo aquellas empresas que sean renovadas de forma regular, a través de las innovaciones.

Las empresas que innoven sistemáticamente pueden llegar a una situación asimilable al monopolio de hecho, manteniendo una posición de liderazgo en el sector, ya que la innovación sostenida permite la diferenciación permanente.

La innovación sistemática dentro de un proceso organizado

La innovación, como ya advertía Peter Senge, no es el fruto de una idea genial surgida de una mente privilegiada, sino una disciplina que requiere esfuerzo, pasión y perseverancia. El proceso de innovación debe ser un proceso organizado.

Pero lograr un proceso exitoso de innovación exige además una cultura corporativa compatible con el cambio, una cultura que fomente el compromiso, una cultura donde las personas trabajadoras se sientan y sean escuchadas.

Diferenciación, sí. Excelencia operativa, también

Por último, aun considerando como prioritario el desarrollo de la innovación sistemática como generadora de nuevas fuentes de valor y clave para la diferenciación, la persistencia en la mejora continua, conducida por innovaciones de carácter incremental para el logro de la excelencia operativa, sigue siendo un requisito imprescindible para el mantenimiento de altas cotas de competitividad.

Para sistematizar la innovación es necesario:

  • Tener intención: Intención y compromiso de incorporar la innovación como elemento central de la estrategia de la empresa y reformular permanentemente dicha estrategia y el modelo de negocio incorporando la innovación a todos los procesos clave de la empresa. La empresa debe crear una nueva función cuya misión sea dar coherencia al esfuerzo de todas las personas de la organización, sin que ello implique la creación de un nuevo puesto de trabajo, así como asignar a la innovación recursos suficientes para desarrollar un enfoque proactivo.
  • Tener capacidad: la capacidad innovadora engloba dos conceptos:
    • Gestión de la Innovación: que implica gestionar correctamente el conjunto de actividades (vigilancia, generación de ideas, focalización, capacitación, desarrollo e implantación) que las empresas realizan para conseguir innovaciones.
    • Cultura de la innovación: que implica el desarrollo de la adecuada aptitud y actitud de las personas y grupos dentro de una política y actuaciones generales de la empresa.

¿Cumple su organización con estas premisas? Pues adelante entonces y no se desanime si los resultados no llegan inmediatamente, estará invirtiendo en la continuidad y éxito de su negocio.

Arturo Sampedro Moral, Socio Consultoría de Auren

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