¿Qué va a pasar con nuestro turismo?

23/10/2020

La respuesta honesta a esta pregunta es que, ahora mismo, no hay respuesta. Como mucho, se pueden ir descartando algunos de los múltiples escenarios de salida pronosticados al inicio de la crisis. Son tiempos de incertidumbre en casi todo y, desde luego, también y sobretodo en el turismo.

Para empezar, aunque disponemos de un pujante arsenal tecnológico para el cálculo estadístico, la confiabilidad de las cifras de todo tipo es permanentemente cuestionada incluso antes de publicarse. En todo caso, la magnitud del daño sufrido por la industria turística ofrece poco margen para la discusión. Por poner un ejemplo, una herramienta de Big Data adoptada por Segittur para la medición de flujos turísticos en base a datos de telefonía móvil devuelve caídas históricas de visitantes en muchos destinos vacacionales y urbanos, especialmente en las islas. Zonas turísticas del litoral de Baleares (Calvià, Son Servera, Alcudia) o Canarias (Yaiza, Tías, Teguise, Adeje) han sufrido descensos de entre el 40% y el 60% con respecto a agosto de 2019. Además, las esperanzas puestas en alargar la temporada más allá del verano en Baleares se han desvanecido ya casi irremisiblemente y está por ver cómo funcionarán los denominados corredores seguros en Canarias.

Ante esta situación lo inmediato es, por supuesto, hacer todo lo posible para garantizar la continuidad de los muchos negocios y puestos de trabajo en máximo riesgo. En eso está razonablemente puesto el foco del sector entero y buena parte del debate político. Pero, por difícil que sea ahora, es indispensable pensar también en términos estratégicos a futuro. No sabemos aun cuándo, pero esto pasará y habrá que estar preparados.

Algunas reflexiones para cuando, ojalá más pronto que tarde, llegue el nuevo turismo que vendrá:

  • Muchos hábitos de consumo turístico probablemente se habrán ido para no volver. La oferta masificada y el turismo irresponsable perderán demanda en los mercados de origen y generarán rechazo social en los destinos.
  • Los modelos low-cost basados en volumen de aerolíneas y cruceros difícilmente se puedan sostener. La responsabilidad social y ambiental será un reto ineludible también en este eslabón de la cadena de valor para los operadores que consigan sobrevivir o los nuevos que vengan. Airbus tiene ya previsto lanzar el primer avión propulsado totalmente con hidrógeno, seguramente una de las mejores noticias de estos días.
  • La línea de separación entre trabajo y ocio se desdibuja. Junto con la universalización del teletrabajo eso generará nuevos perfiles de visitantes o residentes temporales. La oferta turística tendrá ahí un nuevo nicho que debe saber atraer y los reguladores nuevos retos a abordar.
  • Los destinos capaces de una coordinación y gobernanza público-privada realmente eficaz saldrán reforzados. Será fundamental transmitir confianza e imagen de destino seguro, disponer de protocolos sanitarios de actuación claros y medidas eficaces. En particular los gestores de infraestructuras críticas para el turismo, como los aeropuertos, tienen una responsabilidad primordial en este sentido.
  • La promoción tradicional basada en acudir a ferias de turismo dejará de ser rentable, si es que alguna vez lo fue. La nueva promoción y comercialización de destinos se basará en contenidos y canales digitales. Será clave medir y reaccionar muy rápido a los inputs de los clientes en origen, como hacen los gigantes digitales. La tendencia a estancias breves y reservas de último minuto se consolidará.

La gente necesitará y querrá seguir viajando, entre otros motivos porque es de esos pocos gastos que le hacen a uno más rico. Esperemos haber sido capaces de aprovechar este tiempo de pausa obligada para movilizar los recursos necesarios, hacer bien los deberes y recuperar el liderazgo de una industria indispensable para nuestro futuro.

Antonio Viader, socio de Auren Consultores

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