Supervivencia y adaptación de destinos turísticos ante el cambio climático

29/01/2024

Las dudas que pudieran existir han quedado disipadas: el cambio climático es una realidad que afecta ya a todos los ámbitos de nuestra sociedad. Además, España, por sus características físicas y socioeconómicas, es especialmente vulnerable.

Ya se están sintiendo consecuencias como el aumento del nivel del mar, el aumento de las temperaturas medias y patrones irregulares de precipitaciones. Si no se toman medidas para intentar mitigar estos problemas, los escenarios futuros no parecen prometedores.

Nuestro territorio se caracteriza, entre otros aspectos, por la riqueza que aporta la variedad de recursos naturales, como los casi 8.000 kilómetros de costa o las diferentes sierras que se extienden dentro de sus fronteras. Esto, combinado con un clima favorable y una cultura sociable y acogedora, nos convierte en una de las mejores opciones para los turistas. Por lo tanto, el sector turístico tiene gran importancia en la economía general de nuestro país, desempeñando un papel clave en la contribución al PIB nacional y el equilibrio de la balanza comercial exterior.

Sin embargo, esta riqueza natural puede sufrir cambios en el mediano y largo plazo que, de no gestionarse con estrategias adecuadas, resultarán en impactos negativos en un sector tan crucial para la economía nacional como es la industria turística.

Para llegar a estas conclusiones es necesario basarse en los datos y conocimientos existentes sobre el tema . El informe “Impactos, Vulnerabilidad y Adaptación al Cambio Climático en el Sector Turístico”, publicado en 2016 por la Oficina Española de Cambio Climático del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en el marco del Plan Nacional de Adaptación al Cambio climático, proporciona conclusiones y datos importantes para la región mediterránea sobre los efectos proyectados del cambio climático para finales de siglo. Algunos puntos clave incluyen:

  • Un mayor aumento de la temperatura, especialmente en verano, en comparación con la media mundial.
  • Un descenso de las precipitaciones anuales, especialmente en verano y especialmente en la zona sur de la Península.
  • Un aumento de las precipitaciones tormentosas.
  • Olas de calor más frecuentes y prolongadas.
  • Aumento del nivel medio del mar, así como de la temperatura superficial.

Traducido a la realidad del sector turístico, estos efectos negativos podrían entrañar impactos sobre los recursos turísticos naturales, como la pérdida de playas, la dificultad para abastecer de agua a la demanda turística durante la temporada alta o la reducción de los recursos de nieve en zonas montañosas clave. Entre muchos otros.

De igual forma, los recursos turísticos histórico-culturales, por sus características estructurales, también se verían afectados por las temperaturas y precipitaciones extremas. Estos impactos climatológicos podrían conducir a la migración de la población local a áreas climáticamente más favorables, resultando en la pérdida de identidad y cultura en estas áreas ‘abandonadas’.

Sin embargo, los efectos no serían sólo físicos; en el ámbito económico , pero también podrían producirse cambios importantes debido al calentamiento global.

España perdería competitividad como destino turístico en favor de otros países del norte de Europa cuyas condiciones meteorológicas mejorarían significativamente. El turismo procedente de estos países del centro-norte de Europa, un importante segmento de mercado para la industria turística nacional, podría reducirse hasta un 20% de aquí a 2080 respecto a los datos registrados a principios del siglo XXI, reducción provocada por un aumento de los viajes internos en estos países actualmente emisores.

Efectos similares se producirían dentro de nuestro territorio, y las regiones tradicionalmente turísticas verían una reorientación de los flujos de visitantes hacia regiones con mejores condiciones climáticas, como la zona norte del país. Además, en 2080 las pernoctaciones en España podrían reducirse entre 0,6 y 7,7 millones, y el porcentaje del PIB que representa el sector turístico disminuiría entre un 0,67 y un 0,86% para ese año respecto al actual.

En conclusión, todos estos efectos sobre la oferta y la demanda tendrían impactos considerables en los ingresos nacionales generados por el sector turístico, además de los gastos incurridos en la implementación de medidas de adaptación o readaptación de infraestructuras públicas y privadas que podrían verse afectadas por accidentes ambientales derivados del clima. cambiar.

Con base en estas proyecciones, ¿se puede hacer algo para prevenir o al menos mitigar estos efectos negativos del cambio climático en el sector turístico?

La realidad es que sí, y el sector turístico, como en otras ocasiones, ya ha demostrado una gran voluntad y resiliencia al emprender iniciativas para afrontar este desafío. Ejemplos claros son la Estrategia de Adaptación al Cambio Climático del Sector Turístico de Extremadura, la Estrategia Climática de Calvià (2013-2020), o incluso iniciativas privadas.

Existen numerosas acciones que los destinos turísticos pueden emprender a nivel local, ayudando colectivamente a gestionar estos efectos y preparar al sector para el nuevo futuro del turismo.

Entre estas medidas de adaptación se encuentran desde las generales, como la reformulación de los modelos turísticos existentes, hasta otras más específicas, como programas de formación y sensibilización, incentivos financieros que promuevan prácticas respetuosas con el medio ambiente, la aplicación de tecnología para mejorar los procesos de gestión de los recursos naturales, o medidas administrativas en ecosistemas. gestión y planificación urbana.

Otro gran ejemplo de esta capacidad de adaptación del sector turístico es la positiva acogida de la Red de Destinos Turísticos Inteligentes de la Secretaría de Turismo del Estado de España. La Red STD, que ya cuenta con 96 destinos miembros (algunos de ellos ubicados en Centroamérica y Sudamérica), se sustenta en cinco ejes, uno de los cuales es la sostenibilidad.

Dentro de este eje de sostenibilidad, los destinos trabajan en áreas como la conservación, mejora y recuperación del medio ambiente, dando lugar a actuaciones como la promoción de la eficiencia energética, la recogida y tratamiento selectivo de residuos, la gestión de la calidad del aire y el ciclo del agua, la protección del medio natural y la biodiversidad y, por supuesto, la adaptación al cambio climático.

Actualmente, los destinos con más experiencia están realizando un diagnóstico de actuaciones relacionadas con la sostenibilidad con el objetivo de identificar nuevas oportunidades que puedan traducirse en iniciativas para seguir mejorando la gestión y la adaptación a los cambios futuros provocados por la realidad del cambio climático.

Visto desde esta perspectiva, el horizonte que tenemos por delante, aunque desconocido, puede generar nuevas oportunidades para el sector turístico . Sin duda, nos encontramos ante un escenario de incertidumbre ya que se desconoce hasta qué punto se cumplirán estas previsiones y su efecto en el sector turístico.

Pese a ello, como en crisis anteriores, el sector tiene la flexibilidad y la fuerza para convertir esta incertidumbre en nuevas oportunidades para reconfigurar el modelo turístico hacia nuevos formatos más eficientes y respetuosos con el medio ambiente y la sociedad. Sin embargo, para convertir los riesgos del cambio climático en oportunidades para los destinos turísticos, es necesario empezar a actuar y entender cómo serán estos impactos climáticos en el mediano y largo plazo. Y para ello, las estrategias climáticas son cruciales.

Rodrigo Gómez, Socio de Auren Consultores, y Jorge Albín, Consultor en Sostenibilidad y Cambio Climático.

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