178- DEUDA ES BUENA PALABRA ESTRUCTURA ÓPTIMA DE FINANCIAMIENTO

27/06/2014

Todas las empresas poseen, en mayor o en menor medida, un cierto nivel de endeudamiento. Pero es más frecuente de lo que sería deseable (sobre todo en mentalidades conservadoras como la nuestra) ver una deuda como algo “malo”, no deseable, ver el préstamo como algo que hay que cancelar prontamente (y si se puede trabajar permanentemente sin deuda tanto mejor).

En esta nota intentaremos demostrar que fuera de ser algo perjudicial, por el contrario, puede llegar a ser sano, preferible, siempre dentro de ciertos parámetros. Debería ser parte de la estrategia de la empresa adoptar en forma estructural una determinada porción de fondos de terceros, una cierta relación de endeudamiento.

Desde que en Uruguay no hay normas de “Thin Capitalization” (que limitan el financiamiento de las empresas), nada me impide “apalancar” (financiar con fondos de terceros) hasta el 100% de la inversión (del activo).

Efecto apalancamiento

El análisis financiero debería ser efectuado con deuda y sin deuda. Naturalmente que los resultados serán menores en el caso de existencia de deuda (por efectos de los intereses que deberán abonarse por la misma), pero ¿qué pasa con el retorno sobre los fondos propios?

El capital invertido será a su vez menor. Y habrá que hacer las cuentas. Pero puede demostrarse que si la rentabilidad de los activos de la empresa es mayor que el interés que se paga por los pasivos, entonces la TIR de los fondos propios aumenta.

El efecto por el que a través de endeudamiento se mejora la rentabilidad de los fondos propios se conoce como “apalancamiento”.

Si la tasa de retorno (TIR) de la empresa, de sus activos es mayor que la tasa de interés que se paga por los pasivos, endeudar la empresa generará una rentabilidad de los fondos propios mayor al caso en que no se tuviera deuda.

Efectos fiscales de una deuda bancaria

El costo del financiamiento no es sólo la tasa de interés. Un análisis exhaustivo del mismo incluirá todos los otros costos -e ingresos- asociados con una determinada fuente de financiamiento. Entre ellos los efectos impositivos.

Hay muchos efectos fiscales de una deuda; mencionemos dos: deducción del pasivo en el Impuesto al Patrimonio (IP) y de intereses en el Impuesto a la Renta (IRAE). Simplificadamente: si la tasa de interés fuera 6%, entonces tendríamos una reducción del 1,5% derivado de la deducción de los intereses en el IRAE y otro 1,5% por el IP. El costo efectivo sería la mitad: 3%.

Deuda bancaria y Proyectos de Inversión: Impuesto al Patrimonio

Una deuda con un banco local es deducible en la liquidación del IP por el promedio de los saldos a fin de cada mes del ejercicio.

Por su parte si la inversión que se financia con esta deuda ha sido promovida al amparo de un Proyecto de Inversión presentado a la COMAP, entonces los activos serán exonerados del Impuesto al Patrimonio (la Obra Civil 8 años si es en Montevideo y 10 en el interior; y el resto de los bienes durante toda su vida útil). Y son activos exentos efectivos (es decir, no se deducen del pasivo).

La combinación de ambas cosas: activo exento con pasivo deducible, hace que en no pocas oportunidades la liquidación del IP dé como resultado un Patrimonio Fiscal negativo.

Riesgo

Hay veces en que el componente emocional juega un papel preponderante en este tipo de decisiones (sobre todo en empresas de tradición familiar). Pero lo cierto es que financiar la empresa con fondos propios es una apuesta, un activo que debería ser parte –no todo- de un vasto portafolio del propietario.

Es entonces cuando, por aquello de que “no es conveniente poner todos los huevos en la misma canasta”, es preferible “trabajar con la plata de los demás”: deuda.

Conclusiones

Deuda es buena palabra. Existen razones fiscales, de riesgo, de diversificación del portafolio de inversiones del propietario de la firma y de rentabilidad (apalancamiento que genera un plus de retorno sobre los fondos propios) para ello.

Así que habrá que ir “armando” una estrategia en este sentido.

Finalmente: cancelar deuda con fondos propios o resultados generados por la empresa es invertir a una tasa de rentabilidad efectiva equivalente al costo de financiamiento (como vimos: muy bajo). Difícilmente no se consigan alternativas más rentables.