36- AUDITORES: ROTAMOS?

23/09/2011

Independencia, objetividad y calidad del trabajo. Esta es la única respuesta posible a la pregunta: ¿Qué debemos esperar de un auditor?; por supuesto, esta respuesta lleva a otras inquisiciones de mayor explicación y menor abstracción.

En el 2001, Enron, hasta el momento la séptima empresa más grande de los Estados Unidos, fue presa de un escándalo que incluía sobornos, tráfico de influencias y una contabilidad por demás “maquillada”. Sus acciones cayeron de 85 a 30 dólares en muy poco tiempo y todos los focos apuntaron a sus auditores.

En la búsqueda de evitar que esto volviera a suceder y cumplir con la premisa del primer párrafo, la respuesta fue: rotación de auditores.

Esta idea tiene implicancia en los tres principios que planteamos al inicio; a saber:

Independencia

Si la relación cliente-auditor estuviera regulada por un contrato a plazo, digamos, 3 años, no se vería expuesto el auditor a una dependencia económica que le permita sesgar su opinión, por lo cual, tendríamos más confianza en la información presentada. Así la rotación, parecería estar unida a la necesaria independencia que requiere un trabajo de auditoría.

Objetividad

Ser objetivo no implica otra cosa que ver las cosas como son. Este concepto es probablemente utópico, pero no por eso, el auditor debe aspirar a menos. La rotación busca exactamente eso, que los auditores no se vean adormecidos por la complacencia de la rutina, que busquen siempre mejorar, servir mejor a sus clientes, generar un diferencial, sabiendo distinguir aquellos errores – ya sea por su monto o por su naturaleza – que puedan afectar la opinión del lector de los estados contables.

Calidad de trabajo

Los dos puntos anteriores impactan directamente en éste. La combinación displicente y peligrosa de dependencia y subjetividad nos da como consecuencia una sumatoria de factores que conspiran contra la transparencia de la información, impidiendo la innovación de los procedimientos llevados a cabo por la auditoria, controles menos rigurosos, inclusive, como sucedió con los auditores de Enron, confianza ciega.

Pareciera entonces que la rotación es necesaria e indispensable. La falta de ella conlleva a conformismo, posibles falencias en el servicio proporcionado y expone  la entidad al riesgo de fraude y a los auditores, al desprestigio absoluto.

En nuestro país, la única regulación que trata este tema, corresponde a la comunicación emitida por el Banco Central del Uruguay donde exige para los trabajos de auditoría, el cambio de socio y encargado a los 3 años de servicio. Esta solución es el inicio para reglamentar la actuación de los auditores en las empresas reguladas por el Banco Central del Uruguay, y un buen comienzo para visualizar si el camino hacia una mayor regularización e independencia es posible. Se asegura de esta forma, no solo el mayor y mejor servicio a los clientes, no solo que las firmas de auditoría se vean más comprometidas a brindar un servicio diferencial y de calidad, sino también la certidumbre por parte de los lectores de los estados financieros auditados, generando la plena confianza de que sus decisiones descansan sobre los principios de independencia, objetividad y calidad del trabajo.